Veterodoxia – Pepe Rey

Nominalia

Pepe Rey

Nominalia. Instrumentos musicales en la Literatura española desde «La Celestina» (1499) hasta «El Criticón» (1651).

I Encuentro Tomás Luis de Victoria y la música española del siglo XVI.
Los instrumentos musicales en el siglo XVI.
(Ávila, Mayo de 1993).
Ávila, Fundación Cultural Santa Teresa,  1997, pp. 41-100.

Introducción

Nuestro conocimiento de la historia de los instrumentos musicales en España es todavía muy deficiente. De la época que nos ocupa poseemos fuentes musicales tan importantes como los siete libros para vihuela de mano, el de Diego Ortiz para vihuela de arco, los de Cabezón, Venegas, Santa María -que dicen ser «para tecla, arpa y vihuela»- y Correa para tecla, y la Declaración de Bermudo. Quedan también algunos (bien que pocos) ejemplares de instrumentos. Hay, además, abundante documentación de archivo que nos habla de la práctica instrumental en palacio, en algunas casas señoriales y en las principales catedrales e iglesias. Las artes plásticas, finalmente, nos suministran imágenes –quizá no tan abundantes ni tan concretas como desearíamos– de los instrumentos aislados y de los conjuntos. Se diría que la suma de todas estas fuentes «serias» forma una base más que suficiente para conocer la música instrumental. Por tanto, la pregunta obligada es: ¿Qué pueden aportar las referencias literarias que no sepamos ya por otras fuentes?

Puntualizo para entendernos en este momento: literatura querrá decir aquí, sobre todo, poesía y narrativa de ficción. Los historiadores y dramaturgos reflejan la realidad de modo más directo: el historiador describe hechos reales y el dramaturgo requiere con frecuencia la presencia efectiva de instrumentos. De todos modos, he ido reuniendo datos de unos y otros hasta que el volumen de los mismos empezaba a exceder mis posibilidades actuales y los límites impuestos a este trabajo, y hasta que me pareció que, con todo, los que tenía en la mano constituían un bagaje suficiente para hacer la prueba de su validez. Y volvemos a la pregunta: ¿Válidos para qué?

Durante la Edad Media la escasez de otras fuentes hace que nuestra información sobre los instrumentos se nutra básicamente de las artes plásticas y la literatura, pero el panorama no es, ni mucho menos, igual en los siglos XVI y XVII. Recurrir a la literatura ¿no será un mero adorno? ¿No será, a su vez, «literatura»? Ciertamente, así se ha hecho hasta ahora: los trabajos sobre «la música en la literatura» pueden encuadrarse más bien dentro del campo de la crítica literaria que en el de la investigación musicológica; de hecho, la mayoría de ellos se ha publicado en revistas especializadas en literatura. Tales trabajos han consistido, fundamentalmente, en aclarar para los no versados el sentido de las expresiones musicales de un autor e identificar la música de las canciones a las que hace referencia. En el mejor de los casos se ha podido llegar por este camino a descubrir las ideas, los conocimientos y la sensibilidad musical de un escritor. No me parece mal. Yo también lo he intentado, precisamente con Fray Juan de la Cruz [1], al que con tanta frecuencia se pone en relación con Tomás Luis de Victoria. Pero no es éste el objetivo del presente trabajo.

No me importan ahora los detalles aislados, sino la posibilidad de ponerlos en relación entre sí. No me importa la categoría literaria del que escribe, sino lo que comunica de una conciencia general. No me importa la alcurnia del instrumento, sino la razón por la que ha aflorado en un texto de aquella época. Bueno, tampoco quiero parecer tan radical: sí me importan todos los detalles, porque en la construcción de esta especie de mosaico faltan demasiadas piezas como para prescindir de ninguna. Todo es importante, porque el objetivo que nos marcamos es un todo y no unas partes, aunque tengamos que partir de detalles e ir por partes. Volviendo al símil plástico, es como re-pintar un cuadro a base de recuperar pinceladas, tarea que cualquier persona razonable considerará imposible, porque lo es, pero aquí estamos para ver hasta dónde se puede llegar.

Lo que la Literatura puede aportar a nuestro conocimiento de la música que rodeaba a las gentes de aquella época es, precisamente, el conocimiento que las gentes de aquella época tenían de la música que les rodeaba. Por supuesto que habrá escritores con más y con menos conocimientos musicales, más y menos cercanos a las prácticas profesionales o populares, más y menos sensibles a la música. Todos nos valen, en tanto colorean una parte del cuadro general. En cada libro se nos pinta un aspecto del ambiente musical en el que el autor se mueve, el mundo sonoro que le rodea o en el que pretende presentarnos a sus personajes. Lo que nos interesa conseguir es la pintura del conjunto de estos ambientes reales o imaginados. Más que de sociología yo hablaría en este caso de psicología social de la música, porque nuestra herramienta fundamental será el lenguaje: lenguaje escrito como reflejo del lenguaje oral. Por eso me interesa la presencia de la música en los refranes y las expresiones idiomáticas que flotan en el ambiente. Por eso no quito importancia a los chistes que –como todo psicoanalista aficionado sabe desde Freud– tanta relación tienen con el inconsciente.

De este objetivo general –al que con razón se podrá tachar de ambicioso en exceso y difícilmente realizable– la presente ponencia sólo abordará el principio del comienzo de una de las partes: los instrumentos. La intención es coleccionar, ordenar e interpretar las referencias literarias sobre instrumentos musicales que azarosamente aparecen aquí y allá. Ello nos da, en primer lugar, un catálogo de nombres bastante más amplio que el que nos suministra cualquier otra fuente: aproximadamente un centenar. Pero no aparecen del todo desnudos, sino en medio de una situación y un ambiente. A veces se nos habla de los tañedores, de su extracción social, de su habilidad y de las operaciones que realizan. A veces se nos dice si actúan solos o integrados en conjuntos. Hay quien detalla los materiales de construcción y las partes del instrumento. Hay quien describe y valora sus calidades sonoras. Finalmente, podemos saber la carga simbólica que contiene cada nombre y la integración del mismo en el lenguaje habitual por las expresiones proverbiales.

Los problemas surgen a la hora de presentar el trabajo en este momento. Necesariamente he tenido que aislar las citas de su contexto, lo que opera en sentido negativo a mis intenciones. De otra manera el resultado hubiera sido cinco veces más largo, aunque quizá otras tantas más entretenido de leer. Queda hecha desde aquí la recomendación a intérpretes y musicólogos que pretendan especializarse en la música de esta época de una más frecuente lectura de la literatura coetánea. No afirmo que no se pueda tañer la vihuela sin haber leído El Cortesano, de don Luis Milán, o la «Silva», de don Juan de Arguijo, ni que la toquemos mejor los que hemos leído estas obras que los que tienen mejores manos, pero es extraño que el afán de recuperación de aquellas músicas «con-instrumentos-originales» se quede sólo en el instrumento, sin preocuparse gran cosa por «las-ideas-originales» o «la-estética-original». Pretender fidelidad sólo por utilizar facsímiles e instrumentos de época es como pretender que un neozelandés aprenda flamenco con una guitarra «made in Spain» y un curso por correspondencia. En eso son más honestos los que dicen que tocan «con rigor», lo cual, según Covarrubias, equivale a «dureza o frío intenso».

La lectura de los textos antiguos tiene otros efectos beneficiosos colaterales: Nos familiariza con el lenguaje de la época, lo cual facilita el entendimiento de los textos directamente musicales, que están llenos de expresiones ante las que titubeamos. Por poner un ejemplo que ha merecido los honores de una comunicación en este Encuentro: «tañer con buen aire». Léase con detenimiento la apotegma 124 de Juan Rufo e inténtese extraer las consecuencias (los subrayados son míos):

Íbase haciendo carnes un penitente con el brío y garbo que bastara para entrar de guardia en hábito de soldado, y ser loado de airoso y bizarro: porque se azotaba a compás, haciendo piernas y contorneando el cuerpo. Y como no era éste sólo el que, poco más o menos, se podía notar de este barbarismo, dijo [Rufo]: «Sólo el disciplinarse, hecho con buen aire parece peor».

Un segundo ejemplo, más cercano a lo que hoy nos ocupa: la expresión cervantina «otros instrumentos que, puesto que eran bélicos, eran regocijados» (Persiles III-12) ha sido interpretada como que lo uno lleva a lo otro. O sea, que en la estética de Cervantes serían alegres precisamente por ser militares [2]. Pues no, es justamente al revés: son regocijados aunque o a pesar de ser bélicos (como no podía ser de otra manera en una persona sensible). Compárese con esta expresión de Sancho (Cervantes-Quijote II-36): «Yo no sé leer ni escribir, puesto que sé firmar». El Diccionario de Autoridades remacha: «Puesto que. Vale lo mismo que Aunque». Me pregunto cuántas mixtificaciones estaremos haciendo con estas músicas por ignorancia, por no entender correctamente el lenguaje -el castellano y el musical-, por no saber o no querer leer.

Seamos, pues, cautos y conscientes de que lo único que tenemos en las manos son palabras -«nomina nuda tenemus»- o, por decirlo en los términos del refrán transmitido por el maestro Correas: «Fácil es haber el nombre de la cosa, mas habella a ella es dificultosa». Más dificultosa aún, porque tendremos que manejar ediciones modernas realizadas con criterios dispares. Por ello, los comentarios que en ocasiones hago a cuestiones puramente ortográficas deben ser tomados con las debidas cautelas.

El material de que dispongo para este trabajo es, en números redondos, un millar de citas de instrumentos, provenientes de un centenar de obras, que pueden agruparse así por géneros:

Poesía                   14 (6 poemas largos y 8 colecciones).

Teatro                   24 (9 comedias, 5 autos y 10 entremeses).

Novela                   41 (4 pastoriles, y 37 de otros géneros).

Historia       11 (6 crónicas, 3 memorias y 2 anecdotarios).

Tratados y varios 11.

Cada obra será citada por el apellido del autor o (cuando éste tiene varias) por un binomio autor-título. Reseño los datos de la edición original o primera edición de la época en los casos de obras muy conocidas, de las que existen varias ediciones modernas. Por el contrario, pongo los datos de la edición moderna en las colecciones de poesías, en las obras que quedaron manuscritas hasta fecha más moderna y en las obras raras publicadas en la Biblioteca de Autores Españoles (BAE).

Son éstas:

ARGUIJO – Juan de Arguijo. Obra poética. Ed. de Stanko B. Vranich. Castalia. Madrid, 1971.

ARJONA – Juan de Arjona. La Tebaida, de Estacio, traducida. En Curiosidades bibliográficas. Ed. de Adolfo de Castro. BAE XXXVI. Atlas. Madrid, 1950.

AUT.  – Diccionario de Autoridades. Ed. facsímil [del Diccionario de la Lengua castellana, en que se explica el verdadero sentido de las voces, su naturaleza y calidad, con las frases o modos de hablar, los proverbios o refranes, y otras cosas convenientes al uso de la lengua. Madrid, 1726.] Gredos. Madrid, 1979.

CABALLERO – El Caballero invisible. Novela compuesta en equívocos burlescos. En Novelistas posteriores a Cervantes. Tomo II. Ed. de E. Fernández de Navarrete. BAE XXXIII. Atlas. Madrid, 1950.

CALDERÓN-ENCANTOS – Pedro Calderón de la Barca. Los encantos de la culpa [1634]. En Trece autos sacramentales. Ed. de J. Onrubia. Bruguera, Barcelona, 1970.

CALDERÓN-PLEITO – Íd. Pleito matrimonial del cuerpo y el alma [1630]. [V. Calderón-Encantos].

CALDERÓN-VENENO – Íd. El veneno y la triaca [1634]. [V. Calderón-Encantos].

CARVAJAL – Mariana de Carvajal y Saavedra. La industria vence desdenes. En Navidades de Madrid y noches entretenidas, en ocho novelas. Madrid, 1663

CASTILLO-AMOR – Alonso de Castillo Solórzano. El amor en la venganza. [V. Castillo-Tardes].

CASTILLO-CULTO  – Íd. El culto graduado. [V. Castillo-Tardes].

CASTILLO-DISFRAZADO – Íd. El disfrazado. En Fiestas del jardín. Valencia, 1634.

CASTILLO-ENGAÑAR – Íd. Engañar con la verdad. [V. Castillo-Tardes]

CASTILLO-GARDUÑA – Íd. La Garduña de Sevilla y anzuelo de las bolsas. Madrid, 1642.

CASTILLO-SOCORRO – Íd. El socorro en el peligro. [V. Castillo-Tardes].

CASTILLO-TARDES – Íd. Tardes entretenidas. Madrid, 1625. [Colección que comprende seis novelas cortas, con un leve hilo argumental que las une].

CASTILLO-TRAPAZA – Íd. Aventuras del Bachiller Trapaza, quinta esencia de Embusteros y Maestro de Embelecadores. Zarazoga, 1637.

CERVANTES-AMANTE – Miguel de Cervantes [3]. El amante liberal. [V. Cervantes-Novelas].

CERVANTES-BAÑOS – Íd. Los baños de Argel. [V. Cervantes-Comedias]

CERVANTES-CASA – Íd. La casa de los celos y selvas de Ardenia. [V. Cervantes-Comedias].

CERVANTES-CELOSO – Íd. El celoso extremeño. [V. Cervantes-Novelas]

CERVANTES-COLOQUIO – Íd. Coloquio que pasó entre Cipión y Berganza. [V. Cervantes-Novelas]

CERVANTES-COMEDIAS – Íd. Ocho Comedias y ocho Entremeses nuevos, nunca representados. Madrid, 1615.

CERVANTES-CUEVA – Íd. La cueva de Salamanca. [V. Cervantes-Comedias]

CERVANTES-ESPAÑOLA – Íd. La española inglesa. [V. Cervantes-Novelas].

CERVANTES-GALATEA – Íd. La Galatea. Alcalá, 1585.

CERVANTES-GALLARDO – Íd. El gallardo español. [V. Cervantes-Comedias].

CERVANTES-GITANILLA – Íd. La Gitanilla. [V. Cervantes-Novelas].

CERVANTES-GUARDA – Íd. La guarda cuidadosa. [V. Cervantes-Comedias]

CERVANTES-HABLADORES – Íd. Entremés de los habladores. [Atribuído]. En Obras completas. Ed. A. Valbuena Prat. Aguilar. Madrid, 1967.

CERVANTES-HOSPITAL – Íd. El Hospital de los podridos. [Atribuído]. En Obras completas. Ed. A. Valbuena Prat. Aguilar. Madrid, 1967.

CERVANTES-ILUSTRE – Íd. La ilustre fregona. [V. Cervantes-Novelas].

CERVANTES-JUEZ – Íd. El juez de los divorcios. [V. Cervantes-Comedias].

CERVANTES-LABERINTO – Íd. El laberinto de Amor. [V. Cervantes-Comedias].

CERVANTES-NOVELAS – Íd. Novelas ejemplares. Madrid, 1613.

CERVANTES-PERSILES – Íd. Los trabajos de Persiles y Sigismunda (Historia septentrional). Madrid, 1617.

CERVANTES-QUIJOTE – Íd. El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha. [Primera parte] Madrid, 1605.- Segunda parte del Ingenioso Caballero Madrid, 1615.

CERVANTES-RETABLO – Íd. El retablo de las maravillas. [V. Cervantes-Comedias].

CERVANTES-RINCONETE – Íd. Rinconete y Cortadillo. [V. Cervantes-Novelas].

CERVANTES-RUFIÁN – Íd. El rufián viudo llamado Trampagos. [V. Cervantes-Comedias].

CERVANTES-TIA – Íd. La tía fingida. Madrid, 1788. [Novela atribuída]. En Obras completas. Ed. A. Valbuena Prat. Aguilar. Madrid, 1967.

CERVANTES-URDEMALAS – Íd. Pedro de Urdemalas. [V. Cervantes-Comedias].

CERVANTES-VIAJE – Íd. El Viaje del Parnaso. Madrid, 1614.

CONTRERAS – Alonso de Contreras. Vida del capitán A. de C. En Autobiografías de soldados (siglo XVII). Ed. de José Mª de Cossío. BAE XC. Madrid, 1956. [El ms. está fechado en 1633].

CORREAS – Gonzalo Correas. Vocabulario de refranes y frases proverbiales y otras fórmulas comunes de la lengua castellana, en que van todos los impresos antes y otra gran copia. Visor. Madrid, 1992. [El ms. fue recopilado en las primeras décadas del siglo XVII. La edición citada reproduce la de la Real Academia, de 1924].

CORTÉS – Juan Cortés de Tolosa. Lazarillo de Manzanares, con otras cinco Novelas. Madrid, 1620.

COVARRUBIAS – Sebastián de Covarrubias Horozco. Tesoro de la lengua castellana o española. Madrid, 1611.

DELICADO – Francisco Delicado. Retrato de la lozana andaluza en lengua española muy clarísima. Venecia, 1528.

DÍAZ – Bernal Díaz del Castillo[4]. Historia verdadera de la conquista de la Nueva-España. Madrid, 1632. [El ms. está fechado en 1530].

DUQUE – Diego Duque de Estrada. Comentarios del Desengañado, o sea Vida de don D. D. de E., escrita por él mismo. En Autobiografías de soldados (siglo XVII). Ed. de José Mª de Cossío. BAE XC. Madrid, 1956. [El ms. narra sucesos ocurridos entre 1634 y 1646].

ENRÍQUEZ – Antonio Enríquez Gómez. El siglo pitagórico y Vida de Don Gregorio Guadaña. Ruán, 1644.

ESPINEL – Vicente Espinel. Relaciones de la vida del escudero Marcos de Obregón. Madrid, 1618.

FACTOR – Beato Nicolás Factor. Carta a una monja sobre las tres vías. En Epistolario español. Ed. de Eugenio de Ochoa. BAE LXII. Madrid, 1870.

FERNÁNDEZ – Alonso Fernández de Avellaneda. Segundo tomo del ingenioso hidalgo Don Quixote de la Mancha, que contiene su tercera salida: y es la quinta parte de sus aventuras. Tarragona, 1614.

GIL – Gaspar Gil Polo. Primera parte de Diana enamorada. Cinco libros que prosiguen los siete de la Diana de Jorge de Montemayor. Valencia, 1564.

GÓMEZ – Jerónimo Gómez de Huerta. Florando de Castilla, Lauro de caballeros. Alcalá, 1588. En Curiosidades bibliográficas. Ed. de A. de Castro. BAE XXXVI. Atlas. Madrid, 1950.

GÓNGORA-POLIFEMO – Luis de Góngora. Fábula de Polifemo y Galatea. Ed. de A. Parker. Cátedra, 1984.

GÓNGORA-ROMANCES – Íd. Romances. Ed. de A. Carreño. Cátedra, 1988.

GONZÁLEZ – Estebanillo González. La vida y hechos de E. G., hombre de buen humor. Amberes, 1646.

GRACIÁN – Baltasar Gracián. El Criticón. Primera parte. En la primavera de la niñez y en el estío de la juventud. Zaragoza, 1651.- Segunda parte. Juiciosa cortesana filosofía, en el otoño de la varonil edad. Huesca, 1653. Tercera parte. En el invierno de la vejez. Madrid, 1657.

GUEVARA – Fray Antonio de Guevara. Libro llamado Menosprecio de corte y alabanza de aldea. Valladolid, 1539.

HERRERA – Fernando de Herrera. Poesía castellana original completa. Ed. de Cristóbal Cuevas. Cátedra. Madrid, 1985.

HOROZCO – Agustín de Horozco. Discurso historial de la presa que del puerto de la Maamora hizo el Armada Real de España en el año de 1614. En Curiosidades bibliográficas. Ed. de A. de Castro. BAE XXXVI. Atlas. Madrid, 1950.

LAZARILLO-SEGUNDA – La segunda parte del Lazarillo de Tormes. Amberes, 1555.

LEDESMA – Francisco de Ledesma. «Soneto a Agustín de Rojas». [En Rojas-A.].

LEÓN – Fray Luis de León. Poesía. Ed. de J. F. Alcina. Cátedra. Madrid, 1992.

LÓPEZ – Francisco López de Úbeda. Libro de entretenimiento de la pícara Justina. Medina del Campo, 1605.

LUCAS – Gaspar Lucas Hidalgo. Diálogos de apacible entretenimiento. Barcelona, 1606. En Curiosidades bibliográficas. Ed. de A. de Castro. BAE XXXVI. Atlas. Madrid, 1950.

MARQUÉS DE TARIFA – Fernando Enríquez de Ribera, Marqués de Tarifa. «Soneto a Fernando de Herrera». [V. Herrera-Poesía].

MENA – Juan de Mena. Coronación. Salamanca, 1499.

MILÁN – Luis Milán. Libro intitulado El Cortesano. Valencia, 1561.

MONTEMAYOR – Jorge de Montemayor. Los siete libros de la Diana. Valencia, 1559.

MORETO – Agustín Moreto. El lindo don Diego. En Primera parte de las Comedias. Madrid, 1654.

NÚÑEZ – Núñez Cabeza de Vaca. Naufragios y Comentarios [1542]. Libra. Madrid, 1970.

MORILLO – Gregorio Morillo. ¡Quién se fuera a la zona inhabitable!. [1605. Sátira publicada en Las Flores de poetas ilustres, de Pedro de Espinosa]. En Curiosidades bibliográficas. Ed. de A. de Castro. BAE XXXVI. Atlas. Madrid, 1950.

PASAMONTE – Jerónimo de Pasamonte. Vida y trabajos de J. de P. En Autobiografías de soldados (siglo XVII). Ed. de José Mª de Cossío. BAE XC. Madrid, 1956. [El ms. narra hechos ocurridos en las últimas décadas del s. XVI hasta 1604].

PROAZA – Alonso de Proaza. «Al lector». [Epílogo de La Celestina. V. Rojas-F.].

QUEVEDO-HORA – Francisco de Quevedo y Villegas. La hora de todos y la Fortuna con seso. Zaragoza, 1650.

QUEVEDO-POEMAS – Íd.- Poemas escogidos. Ed. de J. M. Blecua. Castalia. Madrid, 1986.

QUEVEDO-SUEÑOS – Íd. Sueños y discursos de verdades descubridoras de abusos, vicios y engaños en todos los Oficios y Estados del mundo. Barcelona, 1627.

QUIÑONES – Luis Quiñones de Benavente. Entremés de los condes. En Entremeses y flor de sainetes de varios autores. Madrid, 1657.

RODRÍGUEZ – Garci Rodríguez de Montalvo. Los cuatro libros del muy esforzado caballero Amadís de Gaula. Zaragoza, 1508.

ROJAS-A. – Agustín de Rojas Villandrando. El viaje entretenido. Madrid, 1603.

ROJAS-F. – Fernando de Rojas. Comedia de Calisto y Melibea. Burgos, 1499.

RUEDA-ARMELINA – Lope de Rueda. Armelina [V. Rueda-Deleitoso].

RUEDA-DELEITOSO – Lope de Rueda. Compendio llamado El Deleitoso, en el cual se contienen muchos pasos graciosos del excelente poeta y gracioso representante L. de R. Valencia, 1567.

RUFO – Juan Rufo. Las seiscientas Apotegmas y otras obras en verso. Toledo, 1596.

SAL – Cartas de Don Juan de la Sal, Obispo de Bona, al Duque de Medinasidonia. En Curiosidades bibliográficas. Ed. de A. de Castro. BAE XXXVI. Atlas. Madrid, 1950.

SALINAS – Juan de Salinas. Poesías humanas. Castalia. Madrid, 1987.

SANTA CRUZ – Melchor de Santa Cruz de Dueñas. Floresta española. [1574]. Espasa. Madrid, 1947.

SANTOS – Francisco Santos. Día y noche de Madrid, discursos de lo más notable que en él se pasa. Madrid, 1663.

SUÁREZ – Juan Suárez de Peralta. Tratado del descubrimiento de las Yndias y su conquista. (Transcripción del manuscrito autógrafo de 1589). Ed. de G. Perissimotto. Alianza. Madrid, 1990.

TASSIS – Juan de Tassis y Peralta, Conde de Villamediana. Obras. Zaragoza, 1629.

TIMONEDA-OVEJA – Juan de Timoneda. Auto de la oveja perdida. En Ternario Sacramental: en el cual se contienen tres Auctos. El de la oveja perdida… Valencia, 1575.

TIMONEDA-PATRAÑUELO – Íd. El Patrañuelo. Primera parte de las patrañas de J. de T. Valencia, 1565.

TRANCA – El Caballero de la Tranca. Discursos de la Viuda de veinticuatro maridos. En Curiosidades bibliográficas. Ed. de A. de Castro. BAE XXXVI. Atlas. Madrid, 1950.

VALDÉS-A. – Alonso de Valdés. Diálogo de las cosas acaecidas en Roma. En [Dos diálogos]. s. l., c. 1541.

VALDÉS-J. – Juan de Valdés. Diálogo de la lengua [c. 1550]. Madrid. Espasa, 1941.

VALDIVIELSO – José de Valdivielso. El hospital de los locos. En Doze actos sacramentales y dos comedias divinas. Toledo, 1622.

VEGA-ARCADIA – Lope de Vega y Carpio. Arcadia. Prosas y Versos. Madrid, 1598.

VEGA-DOROTEA – Íd. La Dorotea. Acción en prosa. Madrid, 1632.

VÉLEZ – Luis Vélez de Guevara. El Diablo Cojuelo. Novela de la otra vida. Traducida a ésta por L. V. de G. Madrid, 1541.

VIAJE – Viaje de Turquía [1557]. Ed. de A. G. Solalinde. Espasa. Madrid, 1942. [Atribuído a Villalón, pero sin fundamento bastante].

VILLALOBOS – Francisco de Villalobos. Libro intitulado Los problemas de Villalobos, que tracta de cuerpos naturales y morales. Calatayud, 1515. En Curiosidades bibliográficas. Ed. de A. de Castro. BAE XXXVI. Atlas. Madrid, 1950.

VILLALÓN – Cristóbal de Villalón. El Crótalon, de Christóphoro Gnophoso. Ed. de A. Rallo. Cátedra. Madrid, 1982. [Escrito a mediados del s. XVI].

VIVES – Juan Luis Vives. Formación de la mujer cristiana. Brujas, 1523.

ZAYAS-CASTIGO – María de Zayas y Sotomayor. El castigo de la miseria. En Novelas amorosas y ejemplares. Zaragoza, 1637.

ZAYAS-FUERZA – Íd. La fuerza del amor. En «Novelas amorosas y ejemplares». Zaragoza, 1637.

ZÚÑIGA – Francés de Zúñiga. Crónica de Don Francesillo de Zúñiga, criado privado, bienquisto y predicador del Emperador Carlos V. En Curiosidades bibliográficas. Ed. de A. de Castro. BAE XXXVI. Atlas. Madrid, 1950.

No he utilizado los diccionarios de Covarrubias –objeto por sí solo de una comunicación– y Autoridades –elaborado y publicado en fecha muy posterior– como fuentes directas, sino como obras de referencia a las que recurro para aclaraciones concretas terminológicas o semánticas. Han sido, prácticamente, las únicas obras de consulta, puesto que apenas entro en la discusión de otros trabajos sobre la materia, ni recurro a informaciones suministradas por otras fuentes. Es, pues, éste un trabajo directo y ceñido a lo que estas cien obras dicen sobre los instrumentos musicales, como si no supiéramos absolutamente nada más sobre el tema.

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[1] Pepe Rey, «La música sonorosa», En San Juan de la Cruz y la música. RNE-Radio 2, Madrid, 1991.

[2] Vid. Miguel Querol, La Música en las obras de Cervantes. Barcelona: Comtalia, 1948, p. 33, dedica todo un apartado a glosar la idea «Instrumentos bélicos + festivos = armas + letras», para concluir: «De tan inseparablemente unidos que lleva en su interior los sentimientos de soldado y de artista ha llegado a dar razón de los unos por los otros». Desgraciadamente, Adolfo Salazar, en la reseña que hizo al libro de Querol en la Nueva Revista de Filología Hispánica, V/1, 1951, muy aguda y atinada en líneas generales, se manifiesta de acuerdo con esta interpretación a todas luces equivocada.

[3] Sobre Cervantes y la música se han escrito varios estudios, además del de M. Querol citado más arriba. Los de C. de Roda (Madrid, 1905) y J. B. Elústiza (Sevilla, 1917) han quedado muy antiguos. El más completo sigue siendo el de A. Salazar. Música, instrumentos y danzas en las obras de Cervantes. Méjico, 1948. Para ser exhaustivo -objetivo que no pretendo- debería reseñar aquí la discografía al respecto, pero en casi todos los casos la referencia cervantina es más una advocación comercial que un propósito serio.

[4] Vid. Salvador Moreno. “Los sonidos y los instrumentos musicales en «La Historia verdadera de la conquista de la Nueva España». En El sentimiento de la música Pre-textos/Música. Valencia, 1986. En el mismo libro se coleccionan, entre otros, artículos sobre el Quijote, San Juan de la Cruz y Sor Juana Inés de la Cruz en su relación con la música.





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