La Reina de León
Basilio M.
1. De Francia a Alemania
Vayamos directamente al asunto, como recomendaba el maestro Flaco. Tiempo habrá luego para contextos y circunloquios. Hace algunos años encontré y fotocopié en una biblioteca canadiense la partitura para canto y piano de una ópera francesa:
Después durante años he podido consultar ejemplares de varias ediciones tanto de la partitura como del libreto en francés. En todas ellas la nómina de personajes es idéntica:
Pero un buen día cayó en mis manos una edición del libreto en alemán, impresa en Stuttgart, sin fecha aunque probablemente no muy alejada del estreno de 1847:
En la versión alemana el título original ha pasado a ser subtítulo y su lugar lo ocupa el título nobiliario -no el nombre, bien extraño por cierto, que conoceremos más tarde- de la protagonista. Es lógico, porque en Francia la expresión ne touchez pas à la reine, como veremos, es conocida y usada por todo el mundo, mientras en Alemania una simple traducción directa de esta frase carecería de significado especial alguno. Pero lo peor y más sorprendente es que los personajes del reparto, salvo la protagonista, han cambiado por completo:
Como la fotocopia no es muy buena, los conocimientos de alemán de la población hispana media son bastante escasos y, para más inri, la letra gótica dificulta no poco la lectura, transcribiré esta lista de personajes de la versión alemana:
Sindsonnen, Königin von Leon
Don Caesar von Müller, Zirkusminister
Gustävchen, Hofnarr der Königin
Der Graf von den Mond
Marsilius, Phantasienadmiral
Taubenmann, Diener
Ein Page
Hofdamen, Hofherren, Hanswürsten, Jongleuren, Tierbändigeren, Akrobaten.
Preguntas que me hice en aquel momento: ¿Por qué habrían cambiado los alemanes tan drásticamente a los personajes de la ópera? ¿Quizá en el argumento subyacía algún problema relacionado con la ancestral rivalidad franco-germánica? No parecía probable, porque el argumento original era tópicamente español, pero vaya usted a saber. ¿Entonces? Desde el primer momento me di cuenta de que la tarea no iba a ser fácil, porque cuando la música se mezcla con los asuntos políticos se suelen producir efectos imprevisibles. Por otra parte, algunos nombres y algunos papeles eran algo extraños, aunque en los teatros de ópera se ha visto ya casi todo y nadie se extraña de escuchar cantar a una percha, un escalpelo o una zanahoria. Mi extrañeza se centró especialmente en un detalle: la protagonista indiscutible, la Reina de León, que en la versión francesa carecía de nombre propio, aparecía aquí con uno bastante inusual en principio: Sindsonnen. Desde entonces he rebuscado infructuosamente en la literatura, la mitología y la historia alemanas. Jamás nadie real o ficticio se llamó de ese modo. ¿Era una invención directa del traductor del libreto? ¿Qué misterio se escondería tras tan luminosa palabra? Porque de todos es sabido que los alemanes llaman Sonne al astro rey, o sea, al sol. Y de momento no digo más por no adelantar acontecimientos venideros.
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