En la mesa redonda que tuvo lugar el 9 de octubre de 2010 durante el VI Encuentro de la Sociedad de la Vihuela presenté una selección de documentos que muestran a la vihuela en concierto con más vihuelas o con otros instrumentos. La finalidad no era otra que suministrar datos para estudiar la tendencia de la vihuela a agruparse con determinados instrumentos y su rechazo a hacerlo con otros. El repertorio impreso para vihuela la sitúa como un instrumento solitario, salvo los dúos publicados en la Silva de Sirenas por E. de Valderrábano. En la práctica actual, sin embargo, los vihuelistas participan frecuentemente en grupo con otros instrumentos y quizá resulte ilustrativo ver qué ocurría al respecto en los siglos XVI y XVII. En esta página iré volcando los documentos que puedan ser útiles sobre el asunto, dejando para un momento posterior el análisis valorativo de los mismos y la posible extracción de conclusiones. PR.
1504 – Catedral de Salamanca: Cuentas de fábrica – Gastos del Corpus. (D. García Fraile: «Las calles y plazas como escenario de la fiesta barroca», Música y cultura urbana en la Edad Moderna, ed. A. Bombi & al. Valencia, Universitat de V., 2005)
Diose a los atabaleros diez reales de plata.
Diose a cinco trompetas a seis reales, que son treinta reales.
Ítem a cuatro ministriles que fueron: la harpa y el rabé y dos tañedores de vihuela, dos ducados y cinco reales.
1528 – Francisco Delicado: Retrato de la Loçana andaluza, Venecia.
Silvano: Señora Lozana, dadme licencia, y mirá cuándo mandáis que venga a serviros.
Lozana: Mi señor, no sea mañana ni el sábado, que terné priesa, pero sea el domingo a cena, y todo el lunes, porque quiero que me leáis, vos que tenéis gracia, las coplas de Fajardo y la comedia Tinalaria y a Celestina, que huelgo de oír leer estas cosas muncho.
Silvano: ¿Tiénela vuestra merced en casa?
Lozana: Señor, velda aquí, mas no me la leen a mi modo como haréis vos. Y traé vuestra vihuela y sonaremos mi pandero.
1528 – Martín de Frías: Tratado del modo y estilo que en la visitación ordinaria se ha de tener. Burgos, Juan de Junta.
De cómo se ha de hacer la visitación general de las personas.
Yo vos exhorto, amonesto y en virtud de santa obediencia mando que todos y todas los que algo supiéredes de lo infrascripto […] lo vengáys a dezir a esta santa iglesia.
Primeramente si sabéys que los curas, beneficiados, capellanes y sacristanes sirven bien sus oficios e iglesias […] esso mismo digáys y declaréys de sus vidas y conversaciones et si dan de sí buen exemplo […] et si tienen conversación con mugeres públicas deshonestas y dissolutas, si son amancebados públicos o tienen en sus casas personas deshonestas o sospechosas […] si andan de noche por las calles cantando canceletas, villancetes o con vihuelas, o si llevan novias o mugeres de las manos o braços para las calles y plaças […]
1536 – Gaspar Gómez de Toledo: Tercera parte de la tragicomedia de Celestina, s. l.
Dárdano: Llamen a los menistriles, y toquen luego la música.
Menistriles: Señor, aquí estamos.
Paltrana: Pues empeçá a tañer trompetas y cherimías, y juntamente con ellas sacabuches.
Felides: ¡O, Santo Dios, y qué estremados instrumentos!
Dardano: Pues si vienen vnos cantores que esperamos, oyrás marauillas, que los de las harpas y vihuelas harán.
Felides: Por Nuestro Señor, si Canarín estuuiera aquí, él cantara, que bonica boz tiene.
Sigeril: Si mandas que le llame, en el patio está más ha de dos horas; y te hago saber que me dixo esta mañana que auía aprendido vn romance muy bueno para cantar esta noche.
Dardano: Entre sin detenimiento, que loar he oýdo su gracia.
Felides: ¡Canarín!
Canarin: ¿Señor?
Felides: Ea, rapaz. Entonaos muy bien y empeçá luego vna canción.
Canarin: En buena fe, que soy contento, mas a tal son perdonarme has.
Dardano: Di tú el son que quieres a los menistriles, que tañerlo han.
Canarin: Señores, mira que dize su merced que cessen las trompas y chirimías, y toquéys de harpas y laúdes y vihuelas.
Menestriles: Plázenos. Di si quieres llano.
Canarin: Pues llano le quiero, a la fe, para el romance, que a la deshecha yo sabré dezirlo.
Menestriles:¿Agrádate éste?
Canarin: Muy bueno es. Todo el mundo calle, que empieço.
1540, ca. – Cristóbal de Castillejo: Diálogo y discurso de la vida en corte.
De lo qual,
os puedo, sin decir mal,
dar un ejemplo casero
de un galán muy principal
y gentil aventurero,
que tenía
otro tal en compañía
y ambos eran a la iguala
la flor de la lozanía,
en su gentileza y gala
señalados,
de las damas estimados,
en las danzas los primeros
y los más regocijados
en hechos de caballeros
[…]
Ocasión dada me fue
de visitar su posada,
y una vez que en ella entré
por cierta causa privada
bien honesta,
con ser en medio la fiesta
y la tarde ya vecina,
ni la mesa estaba puesta
ni ahumaba la cocina.
La vajilla
era un peine y escobilla
y los galanes sentados
tras una pobre mesilla
en unos bancos quebrados
suspirando
y unas veces solfeando
y con un par de vihuelas
de rato en rato tocando,
comían de sus ciruelas
muy contentos.
Veis aquí los cumplimientos
del vivir de los galanes:
muy altos los pensamientos,
mas envueltos en afanes.
1548 – Juan C. Calvete de Estrella: El felicísimo viaje del muy alto y muy poderoso Príncipe Phelipe, Amberes, Martín Nucio,1552.
El tercer acto se acabó con seis personages que entraron en una barca por la mar cantando y tañendo vihuelas y laúdes, como gente que se iva holgando por el mar, y aviendo ya passado en la barca de la otra parte por la mar que atraviessa la plaça, tornó con ella uno solo remando, en tanto no cessava de sonar un órgano pequeño. Al cuarto acto dio fin una divina música de las nueve musas que entraron en una barca, de la cual salían muchas cabeças de sierpes y cantando navegaron por aquel mar de Venecia sin ser más vistas.
1555 – Juan Bermudo: Declaración de instrumentos musicales. Osuna, Juan de León, f. 98r.
Pueden templar una vihuela, un discante y una guitarra; un discante, una guitarra y una bandurria; y finalmente instrumentos de diversas maneras los pueden poner en tono que lo sufran las cuerdas, y cifrar para ellos, y tañer en tres instrumentos a seys bozes y a ocho. El concertar de las vihuelas que algunos usan: va fuera del arte de música. Es salga lo que saliere. Empero, si tres músicos artistas se concertassen con tres vihuelas o con otros tres instrumentos puestos en buen temple, tañerían atinadamente. Si templassen un discante un diatessaron arriba de la vihuela, que la sexta del discante viniesse con la quinta de la vihuela, o de otras muchas maneras, y la guitarra en octava de la vihuela, que viniese la quinta de la guitarra con el segundo traste de la quarta de la vihuela y conforme a este temple pintassen los dichos instrumentos y cifrassen algunas obras a seys bozes de las dos missas últimas del libro primero del doctíssimo Christóbal de Morales, o algunos motetes de muchos buenos que hay a seys y a siete (según lo hizo el excelente músico Anríquez) sería música de gozar. Los que fueren músicos de veras o tuvieren principios en la Música y buen entendimiento y en el estudio no fueren remissos, en estas pocas palabras entenderán qué diferencia ay desta Música de concierto a la que tañen algunos solamente de oýdo.
1562 – Fray Diego de Estella: Tratado de la vanidad del mundo. Madrid, Thomás Rodríguez, 1720.
No te alegres en la felicidad y músicas de este mundo, como hazen los hijos dèl, pero está siempre en el temor de Dios y en el conocimiento de tu flaqueza. Ay de vosotros (dice Dios), que tañéis harpas, vigüelas y panderos en vuestros combites y no miráis por las obras de Dios. El fin de las músicas y cantares del mundo vienen a parar en lágrimas y tristeza, como parece en los cautivos de Babilonia, pues los Psalterios y vigüelas, que en otro tiempo les daban recreación, colgaron de los sauces y sus cantares se convirtieron en gemidos y sus músicas en lágrimas. En el Cielo dize San Juan que oyó una voz como de muchas aguas y como de un grande trueno, y la voz que oyó como de tañedores, que tañían con sus vigüelas y cantaban como cantar nuevo delante de la silla y del Cordero […] No tengas por suaves los cantares y músicas de este siglo, pues aun no merecen llamarse sombra de las músicas y cantares del Cielo […] O cuantos hay que, como ciegos, se van tras el cencerraje de este mundo, engañados con falsa música, cantares y vanidades del siglo y con el sonido de las harpas y vigüelas son metidos en la muerte de las culpas y pecados.
1564 – Máscara organizada en el Alcázar de Madrid por la princesa Juana y la reina Isabel de Valois. (Agustín González de Amezúa: Isabel de Valois, reina de España (1546-1568). Madrid, Gráficas Ultra, 1949, vol. III, pp. 468-72)
Estaba una gran sala, todas las paredes entretegidas de yedra, tan estrañamente, que pareçía aber nacido allí. Y al cabo della avía un gran estrado que subían a él por tres gradas, en medio del cual avía una cabaña hecha de romero muy florido, también otras muchas maneras de flores, y también tenían todas las paredes de la cabaña muchas rosas, que, aunque temprano, no faltó quien corrió la posta por ellas, que hera cosa más de ver del mundo. Dentro de este estrado estaba un estanque, del cual corría un caño de agua que haçía mucho ruido. La prinçesa estaba metida en esta cabaña y con ella todas sus damas, hechas ninfas, muy hermosamente adereçadas. Estaba la diosa Diana, la cual era doña Madalena de Bobadilla. Estaba sin máscara, en pie, delante de la prinçesa, estremadamente adereçada, como pintan las diosas. Tenía una corona de gran balor hecha de perlas de gordor de abellanas, y en medio de la corona una media luna de plata, el encaje y lo demás de cristal. Tenía arco y aljaba de mucho precio. La princesa tenía una vigüela de arco con que llebaba el contrabaxo, y las demás ninfas tenían bigüelas de arco y de mano y clavicordio y dos arpas. Estaban por esta horden: a los lados de la prinçesa estaba doña María Madalena y doña Luisa Castro con las dos harpas; y luego, junto, estaba doña Luisa Sarmiento con bigüela de mano, y a la otra parte estaba Laura con clavicordio. Estaban junto a la princesa doña María Manuel y doña María de Aragón y doña Ufrasia, con bigüelas de arco. […] Començóse la música, que era cosa de gran entretenimiento y acordaba con el ruido del agua y con el canto de muchos canarios, que avía enjaulados por la cabaña y paredes de yedra, cosa del çielo. […] Duró así un poco la música.
1577 – Documento del Archivo Diocesano de Cuenca, leg. 268, núm 3681. (Mercedes García-Arenal: Inquisición y moriscos. Los procesos del Tribunal de Cuenca. Madrid, Siglo XXI, 1978, p. 77).
[En La Roda] se abían hecho leylas y çambras según y como los moros las acostumbran hazer en sus bodas […] con biguelas y duçaynas.
1582 – Juan López de Úbeda: Vergel de Flores divinas. Alcalá de Henares, J. Íñiguez de Lequerica.
¿Y qué diré del abuso que hay tan universal el día de hoy en el cantar cantares tan obscenos en guitarrillas que no hay cosa más olvidada en el mundo, que el fin para que se hicieron los instrumentos músicos, que fue para que con ellos nuestro Señor fuese alabado y glorificado con vihuelas, harpas, cítaras y otros instrumentos; y nosotros, como arañas, todos los convertimos para nuestro daño en aguisillos del Infierno?
1585-97 – Cristóbal de Chaves: Relación de la cárcel de Sevilla. Biblioteca Colombina, Sevilla, 82-3-38; 83-7-4. (Ed. J. Esteban. Madrid, Clásicos El Árbol, 1983).
De lo que a este que es nuevo traen para comer, comen todos los viejos, y es tan ley para ellos como la de Dios para los que la tienen. Y si le dan tormento y niega, le reciben con sábanas rociadas con vino y con vigüelas y con panderetes. Por el contrario, si confiesa, no le admiten en su alojamiento que llaman rancho y trátanlo de manera, que se viene a acomodar con la peor gente de la prisión. A este le llaman músico.
1592 – Marco Antonio de Camos: Microcosmia y Govierno universal del honbre christiano. Barcelona, Pablo Malo.
¿No habéis alguna vez entrado en casa de algún músico, que tenga muchas vigüelas colgadas por las paredes y puestas por diversas partes del aposento?: veréis que él va tocando una de ellas u vos que estáis assentado entre las otras que no se tocan, oís retumbar agora la una, agora la otra. Maravillado de ello preguntáis: Maestro, qué cosa es que estando vos tañiendo y tocando essa lyra, estas que están arrojadas por estos bancos retumban quando la una y quando la otra y hacen son sin tocarlas no llegar a sus cuerdas? Yo lo diré, dice el músico: esso es, Señor, que algunas de las vigüelas que están ahí al derredor colgadas por las paredes, tienen sus cuerdas en el temple, alguna proporción con el tenple de las ciuerdas de esta que yo toco, y assí en hazer son la cuerda que yo toco, responde acullá en el otro instrumento la otra que tienen propoción y coorrespondencia con el temple desta que hace el son; y esto es, que responde con un sonido profundo, que es lo que hace retumbar al instrumento.
1595 – Pedro de Medina y Diego Pérez de Mesa: Grandezas y cosas notables de España. Alcalá de Henares, Juan Gracián, 1595.
f. 269
De la muy célebre ciudad de Compostela y de la muy notable iglesia del Apóstol Santiago…
Es cosa de gran contento y alegría espiritual verse hombres en compañía de tantos romeros haciendo veneración y honra al bienaventurado Santiago. Van los Alemanes a una parte, los Franceses a otra y cada nación a la suya, y andan infinitos dellos con cirios encendidos velando cada uno con los de su nación estando de noche la iglesia tan alumbrada con las luces de los cirios como si fuera de día con muy claro sol; vense unos tañendo vigüelas, otros salterios, otros harpas y mil instrumentos de diversas maneras con cánticos de alegría y devoción en diversas lenguas.
1598 – Mateo Rosas de Oquendo: Sátira hecha por Mateo Rosas de Oquendo a las cosas que pasan el Pirú, año de 1598 . (ed. Pedro Lasarte, The Hispanic Seminary of Medieval Studies, Madison, 1990).
En rresolusión, el juego
es golfo de susiedades,
es siminario de visios,
y es escuela de maldades;
y en dexando este exersisio
porque ia llega la tarde
sálense den dos en dos,
y saue Dios a qué salen.
Vnas ban al corredor
a rresiuir sus mensaxes,
otras al balcón se ponen
a ber a sus paseantes;
al aposento del negro
ban otras a blanquearse,
y quiera Dios no se tiñan,
que bien puede sospecharse.
Otras se ban allá dentro
finxendo nesesidades
porque cunpla el escondido
lo que ellas tienen de holgarse.
Acabado este passeo
ban al estrado a xuntarse,
donde el diablo, su maestro,
hase de todas alarde;
él mismo tienpla las harpas,
las vigüelas y discantes,
y aunque les da fantasía,
no es esa la que se tañe.
Vn sanbapalo comiensan,
con que las donzellas dansen,
que no hay rramera en Ginebra
que tantos meneos alcanse.
La niña que nasió aier
y no sabe presinarse,
no ai xitano bolteador
que más sepa desgonsarse.
Sigún son los mobimientos,
las posturas i visaxes,
parese que en las caderas
tienen vn molino de aire.
Luego le mudan el son,
que son muertas por mudarse,
y bailan vn Puerto Rrico,
¡pobre del que lo tomare!
La zarabanda i balona,
el churunba y el taparque,
la chacona y el totarque,
y otros sones semexantes,
nonbres que el demonio a puesto
para que el honbre se enlaze,
y que el padre se lo enseñe,
y la justiçia lo calle.
Pues penzar que no se alteran
los honbres con estos bailes
es pensar que son de piedra
y tienen muerta la carne.
1599 – Boda de Felipe III. (Teresa Ferrer: Nobleza y espectáculo teatral (1535-1622), Valencia, Universidad, 1993, p. 215)
Y visto esta invención de música por los cavalleros que havían corrido y escaramuzado su encamisada, todos ellos de conformidad se devidieron en dos partes, dejando passar a las dos sobredichas galeras de máscaras que, al son de los menestriles que traían en ellas, se repararon debaxo los balcones donde sus Majestades y Altessas estavan y al cabo de rato pararon de tañer los menestriles y geremías. Se empezó de hoír una suavísima mússica de diferentes instrumentos con mucho concierto que tañían, como fueron vigüelas de arco con rabeles, y vigüelas de mano con arpas, bien encordados los unos con los otros estrumentos, al son de los cuales se cantaron con lindas bosses delicadas algunos romanses, sonetos y diferentes motetes de mucho gusto y contento para todos los que la hoían tan principal y singular música, como se daba en servicio de sus Magestades y Altessas, la cual turó más de media hora que sería muy largo de contar si todo lo que se cantó se hubiese d’escribir.
1602 – Pedro de Vega: Segunda parte de la Declaración de de los siete Psalmos Penitenciales. Madrid, Miguel Serrano de Vargas.
También los Lacedemonios, según escribe Plutarco, quando habían de dar alguna batalla al tiempo de romper y dar Santiago en los enemigos, paraban, hazían alto, y ofrecían un solene sacrificio a las Musas con vihuelas y grandes instrumentos de música: de lo qual dixo Píndaro, Poeta Griego, traduzidos sus versos en Latín:
En arma Musis adjacent,
Serpsis & in ferrum Citharae sonus ipse sonora.
Aquí están juntas las armas y las Musas,
Y suena entre las azeradas mallas la suavidad de la Cítara.
¿Sacrificio a las Musas, entre el estruendo de las trompetas, pífaros, atambores? ¿No venía más a propósito a Marte, Dios de las batallas, a la Belona, a Pala o a Vulcano, fabricador de las armas? ¿Qué tiene que hacer el hierro desnudo, el corage del soldado, el ruydo de las trompetas bastardas, el estruendo de la artillería que dispara, la humareda de los mosquetes y arcabuzes que anubla el ayre, con las verdes florestas del monte Parnaso, habitación de las Musas entretenidas al corriente de las frescas aguas, en agradable silencio midiendo la cantidad de las sílabas y los pies del verso? ¿De qué sirve llamarlas que se hallen presentes al alarido de los campos, al estruendo de las armas, a la vozería de los soldados entre las humazas de los fuegos y instrumentos de guerra y entre la sangre que de parte a parte se derrama? ¿Qué propósito trae? ¿Sabéys qué? El mismo que vamos tratando: hállense presentes las Musas a nuestras batallas, sean testigos de vista de nuestras hazañas, porque puedan después los Poetas (que las suelen llamar como inspiradoras de sus versos) escribir con verdad a los venideros, cómo pasaron, y recontar por menudo los sucessos hechos y hazañas de la batalla. Por cosa de grande estima tenían ganar las vitorias, pero querían ganar primero la gracia de las Musas, que las avían de hazer inmortales con los escritos de sus poetas.
1603 – Agustín de Rojas Villandrando: El viaje entetenido. Madrid, Emprenta Real.
[Hablando de las prácticas escénicas en el teatro anterior]
Hacían farsas de pastores
de seis jornadas compuestas,
sin más hato que un pellico,
un laúd y una vihuela,
una barba de zamarro
sin más oro ni más seda.
1603 – Diego de la Vega: Parayso de la Gloria de los Sanctos, donde se trata de sus prerrogativas y excellencias. Lisboa, Pedro Crasbeeck.
p. 112
Estando el serenísimo Rey David un día tan levantado en pensamientos, que los tenía remontados allá sobre los omenajes de el cielo, atalayando desde allí los misterios de nuestra Fe, entre ellos vio la entrada tan importante y costosa que el hijo de Dios, disfraçado y vestido de nuestro tosco sayal, había de hazer en el mundo y el solemne recebimiento que los Apóstoles, a quien llama allí Príncipes de la tierra, le habían de hazer: y parecióle que una cosa tan digna de historia no era bien pasarla en silencio: y así, tomando la harpa en la mano, la celebró de aquesta manera en el Psalmo 67 […] De ahí nació que los Príncipes, que son los Apóstoles, Príncipes de la tierra y desta Yglesia cathólica, os salieron a recibir, acompañados de ministriles y músicos, con harpas y con vihuelas y otros instrumentos de música, a cantaros la gala de vuestra entrada y a daros el parabién de vuestra venida. Estos músicos, sin duda ninguna, fueron los Ángeles, essos ministriles del cielo, los quales la mañana del nacimiento andaban bolando por el ayre, blancos como corpos [sic] de nieve, alegrando al mundo con sus cantos de órgano y dando alegres mensagerías de paz.
1604 – Diego de la Vega: Empleo y Exercicio sancto sobre los evangelios de las Domínicas de todo el año. Tomo I. Toledo, Thomás Guzmán.
p. 103
Y sea, quán amigo es Dios de que le pidamos, quán bien le suenan las aldavadas del que con necesidad en medio de la noche de la tribulación llega a llamar a su puerta. No hay música de harpas ni de vihuelas que para él sea tan agradable. En el Psalmo 17 el contexto griego dice: Intonuit in aures eius, mi oración entonó en sus orejas, hizo un concento y suave harmonía, una música muy concertada de que quedó Dios agradadíssimo. Tenía Alexandro Magno un criado llamado Thimoteo, tan excelente músico y tan diestro en su arte, que quando le sentía que estaba enojado y melancólico, con sólo tomar la vihuela en la mano y tocarla, le desenojaba y de un león le ponía hecho un cordero. Verdaderamente la oración debe de ser música muy agradable para Dios, pues assí le desenoja. Quando está más enojado y colérico, quando lloviendo lanças contra el mundo, quando derramando de golpe toda su saña, si acaso en medio de ésta oye tocar acá abajo la harpa de la oración, luego con aquello amayna su yra, luego se aplaca y se da por contento. Píntanos el evangelista san Juan a Dios en el capítulo 13 de sus revelaciones con una ocasión tan grande de enojo como le pudieran causar las blasfemias y arrogantes palabras, que contra su grandeza y magestad despedía de su boca aquella gran bestia de las siete cabeças, diez cuernos y otras tantas coronas, sea quien fuere esta bestia, que por lo menos se dio Dios por ofendido de sus palabras y mandó a uno de sus ángeles que castigase su atrevimiento y locura […] Pues en una ocasión tan pesada y tan de sangre como esta, se sigue luego en el capítulo 14 cómo para desenojarle se ordenó una música de Ángeles en el cielo, los quales todos con vihuelas y harpas que tocaban muy diestramente le daban música y cantaban mil chançonetas y puniendo el oýdo atento, dize que quando estaba oyendo esta música, le parecía que retraýa al sonido sordo y confuso, que suele oýrse a la ribera de un río caudaloso y que lleva corriente, quando cae de un asperíssimo risco y por entre breñas y peñas se va despeñando, y al que al romper de la nube que viene centelleando suele causar el trueno mensagero temeroso del rayo, y al que percibe la oreja del que está oyendo una suave música de harpas y vihuelas bien concertadas.
p. 328
Una de las ocasiones en que suelen los hombres alegrarse con demassía y excesso es en la vendimia, que como es cosecha de vino, ella parece que se trahe consigo la ocasión de alegrarse. Allí se canta y se ríe, allí se çapatea y se bayla y allí se oye la voz del pandero y del rabel y la dulze vihuela […] Otra es en los saraos, donde también se dança y se hacen mil invenciones y juegos, donde acostumbraban a tocar diferentes instrumentos de música, tímpanos, psalterios, vihuelas y harpas […] La tercera es en los banquetes y fiestas, en una boda o en un desposorio de grandes, donde se come y se bebe con música.
p. 343
Esta fue la causa principal que despertó el llanto de los hijos de Israel presos y cautivos en Babilonia, verse ausentes y desterrados de su dulce patria y con poca esperanza de volver a ella […] Y para mí tengo que, si al tiempo de su prisión echaron mano de los instrumentos de música, harpas, vigüelas y psalterios y los llevaron por compañeros de su destierro, no fue para cantar ni para entretenerse con ellos en Babilonia, como se vee claro, pues rogados de los que como a esclavos se lo pudieran mandar, no lo quisieron hacer, ni se pudo acabar con ellos que cantasen un solo verso.
1605 – Lope de Vega Carpio: El peregrino en su patria. Barcelona, Sebastián de Cormellas, 1605.
f. 96r
Entró el Rey, Alma dichosa,
con gran regocijo y fiesta
de su corte celestial
para aguardarte en Valencia.
Iban delante las guardas
de la Costa de su Esfera.
Los Ángeles soberanos
todos de blanca librea […]
de trecho en trecho venían
chirimías y trompetas.
Arcángeles, Principados
de la Hierarchía tercera […]
Aquí de más dulces voces,
Alma, una Capilla suena.
La segunda Hierarchía
por lo menos viene en ella,
tañen las Dominaciones
cítaras, arpas, vigüelas.
Virtudes y Potestades
cantan de amor excelencias.
1607 – Bernardo de Valbuena: Siglo de Oro en las selvas de Erífile, Madrid, Alonso Martín.
Saca pastor y templa tu vihuela,
Y asida á mi rabel discantaremos:
Mira que el tiempo y nuestra vida vuela;
Y si en melancolías nos metemos,
Si no damos salida á las pasiones
Espuelas á la muerte le ponemos.
1607, ca. – San Juan Bautista de la Concepción (Juan García Gómez): De los oficios más comunes. (ed. Juan Pujana, Madrid, Editorial Católica, 1999)
Pero en estas recreaciones quiero dar algunos avisos, según la experiencia nos ha enseñado. Lo primero, que para estas fiestas no se consienta ni permita se traigan instrumentos músicos, como son guitarras, vigüelas, arpas y otros instrumentos, que parece son más de seglares que de religiosos. Pero podráse permitir se tañan algunos instrumentos humildes que con facilidad se hacen en casa, como unas tejuelas, un silbo, morteruelo y otros de esta manera. Puédese dar licencia se vaya delante el Sanctíssimo Sacramento, donde se canten algunas cosas devotas que inciten y provoquen a devoción. Y esto se procure hacer sin que los seglares lo entiendan, porque, como no entienden las cosas del spíritu, entenderán son aquellas fiestas de solo el cuerpo.
1608 – Pedro de Valderrama: Primera, Segunda y Tercera Parte de los Exercicios espirituales para todas las festividades de los santos. Madrid, Alonso Martín.
¿Los enamorados vienen vestidos de hierro? ¿Los enamorados traen espadas y lanças para herir? ¿Fuegos para quemar? ¿Ingenios y máquinas para derribar la ciudad que aman? No es esse el camino que han de traer los enamorados y que tienen deleyte en conseguir lo que bien quieren, antes vienen con vihuelas y harpas, con músicas y sonoras vozes para regalar y rendir a quien bien quieren.
1609 – Tratado de los dos caminos, por un morisco refugiado en Túnez (Ms. S 2 de la Colección Gayangos. Biblioteca de la Real Academia de la Historia). Ed. Álvaro Galmés de Fuentes. Universidad de Oviedo, 2005.
Estaba la puerta abierta, y entré y subí a una cuadra, la qual estaba llena de muchas y hermosas damas y galanes, y entre ellas, dos que resplandecían entre todas con una bigüela cada una en su mano, y un gallardo mançebo con otra, que eran los que cantaban […]
Después d’esto, trujeron una harpa y un clabicordio, y los asieron con las bigüelas, y començó a deçir uno de los músicos en tono bajo, y los demás a responder en el modo y boçes que se dirá […]
Después d’esto, passé por la puerta de una casa, adonde bide entrar mucha jente, así hombres como mujeres. Entré con ellos y bide un patio muy grande, addonde en sillas y bancos se sentaban los hombres y las mujeres […] y en este patio un tablado adonde todos miraban. Y después que estaba todo lleno, bi salir dos damas y dos galanes con sus bigüelas, y cantaron estas déçimas…
1613 – Miguel de Cervantes: La lustre fregona. Madrid, Juan de la Cuesta.
Estando en esto, sintieron llamar a la puerta de su aposento, y, preguntando quién llamaba, respondieron de fuera diciendo:
-Mancebos, si queréis oír una brava música, levantaos y asomaos a una reja que sale a la calle, que está en aquella sala frontera, que no hay nadie en ella.
Levantáronse los dos, y cuando abrieron no hallaron persona ni supieron quién les había dado el aviso; mas, porque oyeron el son de una arpa, creyeron ser verdad la música; y así en camisa, como se hallaron, se fueron a la sala, donde ya estaban otros tres o cuatro huéspedes puestos a las rejas; hallaron lugar, y de allí a poco, al son de la arpa y de una vihuela, con maravillosa voz, oyeron cantar este soneto, que no se le pasó de la memoria a Avendaño
1613 – Bartolomé Cayrasco de Figueroa: Templo Militante. Flos Sanctorum y triumphos de sus virtudes. Lisboa, Pedro Crasbeeck. (p. 38)
La Circuncisión de Christo Nuestro Señor.
Los militantes y triumphantes coros
le alaben sin cessar, pues de tan grave
peso nos libertó, y cantando a coros
suene el acento en voz aguda y grave,
con lyras, harpas, órganos y coros,
y con vihuelas, instrumento grave,
el nombre se celebre de quien canto.
Y con esto, Señor, cessa mi canto.
1613 – Francisco de Villava: Empresas espirituales y morales. Baeza, Fernando Díaz de Montoya.
Sea el Rey aficionado a la caza, y cada uno muere por criar un halcón, séalo a la guerra, y en cada esquina relucen las espadas, séalo a la música, y no suenan sino harpas y vigüelas.
1616 – Archivo de Protocolos de Granada. (Juan Ruiz Jiménez: La Colegiata del Salvador en el contexto musical de Granada, Tesis doctoral, Universidad de Granada, 1995)
Se forma una “aparzería” entre Juan de Cienfuegos, “maestro de instrumentos, harpa y bihuela”, y Juan Bautista, “texedor de arte de la seda”, “Juan de Soto, “zapatero”, y Pedro Rodríguez de Soto, “que de presente está sin vista”.
Se señala que “han de tañer y cantar biuelas y harpa e con lo que fuere necesario que supieren tocar y acudir cada noche a los dichos ensayos a la ora de la oración a imponerse en la dicha música…”
1618 – Vicente Espinel: Relaciones de la vida del escudero Marcos de Obregón, Madrid, Juan de la Cuesta.
Tañíanse vihuelas de arco con grande destreza, tecla, arpa, vihuela de mano, por excelentísimos hombres en todos los instrumentos. Movíanse cuestiones acerca del uso desta ciencia, pero no se ponía en el estremo que estos días se ha puesto en casa del maestro Clavijo, donde ha habido juntas de lo más granado y purificado deste divino, aunque mal premiado ejercicio. Juntábanse en el jardín de su casa el licenciado Gaspar de Torres, que en la verdad de herir la cuerda con aire y sciencia, acompañando la vihuela con gallardísimos pasajes de voz y garganta, llegó al estremo que se puede llegar; y otros muchos sujetos muy dignos de hacer mención dellos. Pero llegado a oír al mismo maestro Clavijo en la tecla, a su hija doña Bernardina en la arpa y a Lucas de Matos en la vihuela de siete órdenes, imitándose los unos a los otros con gravísimos y no usados movimientos, es lo mejor que yo he oído en mi vida.
1622 – Juan de Tassis, Conde de Villamediana: Comedia de la Gloria de Niquea y descripción de Aranjuez. (Obras de don Juan de Tarsis, Zaragoza, Juan de Lanaja, 1629).
Rompieron su robusta corteza cuatro preñados árboles y con alegre asombro dieron al Teatro cuatro Ninfas, mostrando que a su estrecho albergue tributaban púrpuras Tiro y Sidón, perlas Ormuz y la región de Arabia su luziente oro. Tocaron dentro acordadas vihuelas y tiorbas y ellas cantaron estas dézimas […]
1622 – José de Valdivielso: Del hijo pródigo. Acto sacramental. [Doce actos sacramentales y dos comedias divinas. Toledo, Juan Ruiz].
Oluido: ¡Quedo! La Lasziuia asoma…
Iuuentud: Sí, que siempre está asomada.
Plazer: …del Deleyte acompañada…
Oluido: Familiar de su redoma.
Plazer: Sube con riqueza suma,
hecha de espuma del mar.
Inspiración: Mira, ¿en qué podrán parar
gustos nacidos de espuma?
Plazer: A el son de dulzes laúdes,
zítaras, harpas, biguelas,
suenan hechizeras vozes
de hermosíssimas sirenas.
Con afeytados matizes,
cubierta de oro y de perlas,
porque haze bestias los hombres
viene encima de vna bestia.
Vn cáliz lleua en la mano
adonde sus gustos lleua.
1624 – Tirso de Molina: Cigarrales de Toledo. Madrid, Luis Sánchez.
Recreándose estavan los ojos en la viçarra ostentación de la Mantenedora varca, quando los apartó della la novedad de la primera aventurera, que fue una Ánade hermosa, tan grande, que ocupava toda la capacidad de la navegadora máquina. Venía cubierta de tantas plumas, que imaginaran ser selva, si no los engañara la forma verisímil que traýa de Ave, y tan blancas, que los persuadiera, a que era monte de nieve, si lo permitiera el tiempo calusroso, tan fuera de propósito para tal imaginación. Traía dos remos con apariencia de pies, proporcionados en todo a su cuerpo, sirviendo la proa de cabeça y la popa de cola, que haciendo oficio de tymón, recreava a quantos la vían, dando hypérboles a sus alabanças; y para divertirlas, salió nadando de improviso, desde lo más profundo del Diáfano Raudal, un gallardo mancebo, que abraçándose a su cuellos y recevido con amorosas muestras por la agradecida Ave, al son de arpas y bigüelas, que se oýan sin ser vistas, debaxo de sus alas, no halló hospedage mejor, que el de su coraçón…
1624– Bernardo de Balbuena: El Bernardo. Madrid, Diego Flamenco.
[En el palacio de Morgana]
Exhalando perfumes y vapores
de aromas finas, pebeteros de oro,
con lo mejor de Arabia y sus olores
fiesta a la diosa hacen del tesoro,
y de cítaras, liras y cantores,
vihuelas y harpas, un tropel sonoro
en conforme y suavísima harmonía,
le añaden gala a la que nace el día.
1625 – Archivo de Protocolos de Granada. (Juan Ruiz Jiménez: La Colegiata del Salvador en el contexto musical de Granada, Tesis doctoral, Universidad de Granada, 1995)
Un mercader contrata a Juan Fernández, “autor de música”, que junto a “otros cuatro compañeros, que son zinco, los dos con harpas, dos con dos bigüelas y el otro con bigüela de arco, iban a servir con tres bozes en la fiesta que se ha de hazer las carnestolendas deste dicho presente año”.
1625 – Francisco Martorell y de Luna: Historia de la Antiqua Hibera. Tortosa, Gerónimo Gil, 1627
p. 58
…y en el año de 1625, por las fiestas que monseñor Ilustrísimo el Cardenal don Agustín Espínola, Obispo de Tortosa, y la Ciudad, hicieron por el buen suceso que tuvo su Magestad de la presa de Breda, que fue en junio de dicho año, sindo Capitán General en ella el valeroso Marqués Espínola, padre de su Ilustrísima, se hicieron otras justas, de las alegres y regocijadas que se hayan visto en Tortosa […] Ocupaban el agua muchos barcos, llenos de gente bulliciosa, cubiertos con tiendas de hermosos tafetanes, otros con ramos y flores, otros pintados de varios colores, llevaban música sonora dentro dellos, como vigüelas, guitarras y laúdes; otras espinetas, clavicordias y diversidad de varios instrumentos, que todos ellos mostraban el gozo y alegría que tenían.
1627, ca. – Tirso de Molina: El burlador de Sevilla. [Sevilla, Simón Faxardo, 1630]
Anfriso, a quien el cielo
con mano poderosa
prodigó en cuerpo y alma
de todo en gracias todas,
medido en las palabras,
liberal en las obras,
sufrido en los desdenes,
modesto en las congojas,
mis pajizos umbrales
que heladas noches ronda
a pesar de los tiempos,
las mañanas remoza,
pues con ramos verdes
que de los olmos corta
mis pajas amanecen
ceñidas de lisonjas.
Ya con vihuelas dulces
y sutiles zampoñas
músicas me consagra
y todo no le importa.
1631 – Francisco de Araujo: Historia de los Mártires de la ciudad de Otrento, Reyno de Nápoles. Nápoles, Egidio Longo, 1631.
p. 88
Cómo se comenzó a habitar la ciudad y los muchos privilegios de que el Rey la favoreció y las mercedes y favores que a todos en general hacía el dicho don Alonso por el amor que le tenía.
…saliendo una mañana acompañado de todos aquellos Príncipes y Señores y juntamente de su guardia, oyendo tocar ciertos instrumentos, como fueron violín, vigüelas, flautas y psalterios (cosas que allí usaban tocar cuando hacían sus fiestas) preguntando qué era y diciéndole que el regocijo de las bodas de unos desposados, les dijo a los ciudadanos que le iban cortejando, “Vosotros hacéis regocijos y fiestas y no me llamáis, pues advertid que también yo gusto de holgarme”.
1632 – Juan Pérez de Montalbán: Para todos, Exemplos morales humanos y divinos. Sevilla, Imprenta de los Gómez, 1716.
p. 354
…y al ir a agradecer con humildad y modestia los favores recibidos, para poner fin al día le atajó la voz una, que acompañada de un harpa y una vigüela cantó este soneto, que el mismo Montano había escrito
1632 – Rodrigo de Carvajal y Robles: Fiestas… en la ciudad de los Reyes del Perú al nacimiento del Príncipe D. Baltasar Carlos, Lima. (M. Flores Calderón: “La sala de Varios en la Biblioteca Nacional”, RABM, año V, octubre-1901, nº 10, pp. 695-708)
Tres o cuatro días duró la representación que, con justa, torneo, combates de héroes como Héctor, Aquiles, etc., hizo muy al vivo el gremio de los herreros, con el título de Robo de Elena y destrucción de Troya, no faltando los toros en el último día. Treinta y cinco de Guancarama, más bravos que los de Jarama, hicieron lidiar los mercaderes, alternando con juegos de cañas y vistosos fuegos; y pasada la fiesta de los carpinteros, consistente en un sarao con músicas de vihuelas y arpas, baile, cantos, etc., celebraron los mercaderes la segunda y tercera, sacando grandes carros con grifos y gigantes que después ardían con gran regocijo del pueblo.
1633 – Pedro Giscafré: Triunfo del Santo Mysterio de la Vera Cruz de la Villa de Cervera. Barcelona, Sebastián y Jayme Masevad, 1634.
f. 79v.
De la solemne fiesta del primer día miércoles, 14 de Setiembre.
…Comenzó la fiesta con el repique de campanas de la vigilia con los tronidos de los morteretes, mosquetes y arcabuces que tenían a punto con la música de tantos clarines, ministriles, trompetas, bastardas, atabales, vigüelas, harpas, sonajas y otros varios instrumentos: fuese continuando por largo espacio hasta que fue hora de vísperas, las cuales entonó la capilla con la solemnidad y grandeza que pedía la fiesta, el concurso, la junta de tantas y tan buenas voces y la destreza de un famoso maestro de capilla…
1636 – Francisco de Mendoça: Sermones de tiempo… traducidos de lengua portuguesa en castellana, Tomo II. Barcelona, Pedro Lacavallería.
p. 54
Imaginaos en aquella ciudad de Lisboa en los tiempos antiguos, quando Dios quería y era servido de darnos pascuas más alegres. Ívase haciendo aquel oficio Pascual con grande solenidad: llegávase el tiempo de echarse el Aleluya, como vosotros dezís: al punto que el Sacerdote, allá desde el Altar entonaba aquel Hymno, Gloria in excelsis Deo. ¡Oh, qué fiestas! ¡Oh, qué júbilos! ¡Oh, qué alegrías! ¡Oh, qué cosa tan para oír! Veis aquí que súbitamente allá del mar, quantas velas estaban en el puerto, galeras, galeones, naves, navíos, urcas, pataches, todos se deshazían en unas alegres salvas de artillería. Veis aquí que de la tierra allá en el castillo, quantas pieças había gruesas y pequeñas y medianas, todas disparaban contienda y daban alegres ruciadas.Veis aquí que de las torres y campanarios se deshazían las campanas y se hazían pedaços todas repicando. Veis aquí en las Iglesias los órganos, las chirimías, las flautas, las dulçainas, las harpas, las cítaras, las vigüelas, los clavicordios, las regalías, los coros de los cantores, diestríssimos todos a una, con admirable consonancia hazían una suavísima armonía.
1636 – Salvador Jacinto Polo de Medina: Universidad de Amor. Madrid, Viuda de Alonso Martín.
…estando divertido en esto, embargaron mi atención unas grandes aldabadas que oí dar a la puerta de otra sala que se mandaba por esta; y advirtiendo quién las daba, vi que eran muchos hombres de todas edades, unos con guitarras, otros con laúdes, otros con arpas, cítaras, tiorbas, sacabuches, cornetas, chirimías y otros instrumentos, en que conocí que eran músicos, y admirándome de que siéndolo, se les negase la entrada en la sala de la música, que era aquella a cuyas sordas puertas se la pedían a voces con las lenguas en las aldabas, sin que ellas se diesen por entendidas, perguntándole la causa a Cupido, me dijo: Estos, aunque son músicos, no pertenecen a la sala de la música de Amor, sino a la de Baco…
1645 (a. de) – Francisco de Quevedo: Las tres Musas últimas castellanas. Madrid, Imprenta Real, 1670.
Silva XXII
Músico ramillete
es el gilguero en una flor cantora,
es el clarín de pluma de la aurora,
que por oír al ruiseñor que canta,
madruga y se desvela
y el Orpheo que vuela
y cierra en breve espacio de garganta
cítaras y vigüelas y Sirenas,
óyese mucho y se discierne apenas.
1650 – Manuel Ortigas: Corona eterna. Zaragoza, Herederos de Pedro Lanaja.
p. 34
Duramente afligían las calamidades de su cautiverio a los Hebreos en Babilonia, pensaron hallar alivio en el paseo y vista de las frescas riberas y verdes alamedas de sus ríos […] No faltó quien les aconsejó que hicieran ruido a sus afanes con las cítaras y vigüelas con que solían entretenerse en su patria. Tomaron los instrumentos, otro tiempo alegres, pero ya tan tristes que cada clavija que torcían era un nuevo clavo que les hería el lastimado corazón y cada cuerda un nuevo y áspero cordel de dar tormento, y así con mayor tristeza los arrojaron y colgaron entre los amargos sauces para siempre.
1653 – Francisco de Bilches: Santos y santuarios del Obispado de Jaén y Baeza. Madrid, Domingo García, 1653.
p. 279 y ss.
Luces, olores y músicas sobrenaturales en el Santuario de Baeza.
Mostró Dios su poder en el Santuario de Baeza, si bien en los tiempos más antiguos, en estos principalmente cuando quiso descubrirle con luces, olores y músicas sobrenaturales…
Las músicas exceden a todo lo demás; compónense de campanas sonoras, instrumentos acordados y voces muy suaves. Más de cincuenta personas graves y entre ellas treinta monjas del Convento de Santa Catlaina las han oído en el Santuario […] Y convienen todos los testigos que tuvieron principio estas músicas por el mes de noviembre de mil y seiscientos y treinta y tres, al mismo tiempo que se sacaron las primeras reliquias en el Santuario. La música de campanas comenzó por una muy pequeña, semejante a las de plata que suelen traer los niños. Siguiose otra algo mayor, luego como una docena puestas en rueda, de las que tocan al alzar. Y luego destas otras de mayor marca, con distinción de grandes, medianas y pequeñas, el sonido de todas apacible, suave y que provoca a devoción […]
Al mismo tiempo y casi al mismo modo se originó la música de voces, primeramente por un ruido semejante al que hacen las enjambres y luego el de muchos niños juntos, hasta oírse voces de personas mayores, unas a manera de tiples, otras de tenores y algunas de bajos. Hanse oído en forma de coros numerosos cantando alternativamente […]
Al par de las voces han sido los instrumentos para que nada faltase a esta música tan superior. Compáranlos a harpas, guitarras, cítaras, vigüelas, chirimías, sacabuches, arautes, bajones, clavicordios, órganos y otros a que no hallan nombre con que poderlos comparar. Hanse oído también cada uno de por sí y muchas veces juntos, haciendo cuerpo con la música de voces, precediendo de ordinario la campanica…
1678 – Vicente Sánchez: Lyra poética. Zaragoza, Manuel Román.
Los tres villancicos que se siguen escrivió el Autor para la Capilla Real […]
Villancico II. Estrivillo
Despejen el Portal,
y a ver al Niño Rey
entren, festejen y dancen a coros,
con instrumentos sonoros
de Violines y Vigüelas,
repiquen las Castañuelas,
y aviven las Sonajas;
mas no, no, no, que se llevan las pajas,
que abrigan el Grano,
al compás que toca la mano,
y al buen ayre que baylan los pies.
1679 – Ana Francisca Abarca de Bolea: Vigilia y octavario de San Juan Baptista (ed. Mª Ángeles Campo Guiral, Huesca, Instituto de Estudios Altoaragoneses, 1994).
Mileno, mayoral de aquellos apriscos, se mostró en el cariño más adelantado como en el obrar más poderoso, tomando por su cuenta el alegre festejo. Prevínose, oficioso, el mayoral bizarro, convocando los más robustos sirvientes, para que, destejiendo malezas, puliendo teas, cortando matorrales, segando juncos y recogiendo serojas formaran por las cumbres obeliscos luminosos, cuyos resplandecientes fuegos convidaran a los que más remotamente los advirtieran y cuyo abrigo hiciera menos sensibles los bostezos de la vecina nieve. Previno así mismo la sonora cítara, el rústico rabel, la cortesana arpa, la suave vigüela, la marina trompa, la ruidosa tiorba, el aldeano adufe, la pastoril gaita y otros más comunes y músicos instrumentos, para que tanta variedad sirviera en tan gran día y festivo octavario.
1680 – Paolo Segneri: Quaresma. Madrid, Imprenta Real, 1717.
p. 363
Nunca he quedado yo tan aturdido, como cuando leí en Herodoto un caso extraño. Dice este antiguo escritor hallarse en el mundo algunos pueblos tan enemigos del Sol, que cuando despunta, le salen al encuentro rabiosos, le dicen improperios, le arrojan piedras y casi frenéticos le avientan agudos dardos. Ahora pues, ¿qué pueblos diréis vosotros que son estos?¿Son los septentrionales, que casi del todo abandonados del Sol, raras veces al año miran su cara, que menos participan la benignidad de sus influjos y gozan menos la bellleza de sus esplendores? Antes bien, estos, siempre que les amanece, salen a saludarlo con festivos sones de vigüelas, de cítaras, de zampoñas.
[En la ed. original (Venecia, Paolo Baglioni, 1680): Anzi questi, qual volta loro apparisce, escono a salutarlo con lieti suoni di viuole, di cetere, di zampogne.]
El extraordinario caso de Luis Medina, que tañía tres vigüelas a un tiempo
y cuando tocaba sólo una, resonaba como muchas.